Addictware | Noticias de Tecnología - El gato de Schrödinger y el amanecer cuántico

LOgo RedHatLa computación cuántica sólo alcanzará su verdadero potencial si abandona el paradigma de las cajas negras y abraza principios de transparencia, adaptabilidad y colaboración.

En el famoso experimento de Schrödinger, un gato encerrado en una caja puede estar vivo y muerto al mismo tiempo hasta que alguien la abra. Ese estado de incertidumbre —de posibilidades múltiples coexistiendo— es lo que la computación cuántica trae al mundo de la tecnología: una nueva lógica, una forma de pensar renovada, un nuevo paradigma para resolver lo que hoy parece irresoluble.

Durante décadas, la informática clásica ha sido el motor del progreso. Pero en los límites de sus capacidades —cuando se trata de modelar moléculas para medicamentos, simular sistemas financieros complejos, o resolver problemas logísticos de escala masiva— choca con barreras físicas y lógicas. Aquí es donde entra la computación cuántica: una disciplina que ya no se conforma con el “uno o cero”, sino que opera en múltiples dimensiones al mismo tiempo. Donde el futuro se calcula mientras el presente todavía gira.

Mientras las computadoras tradicionales funcionan procesando bits en forma de ceros y unos, las cuánticas usan qubits —unidades que pueden representar ambos estados a la vez gracias al fenómeno de superposición. Y aún más extraordinario: los qubits pueden estar entrelazados (entanglement), lo que permite que el estado de uno afecte directamente al estado del otro, incluso si están separados por miles de kilómetros. Esta propiedad tiene implicancias que van más allá de la física, nos obliga a repensar cómo entendemos la información, la comunicación y la seguridad.

La computación cuántica no es solo una promesa futurista. Ya se están construyendo algoritmos cuánticos para la detección de fraudes, para acelerar simulaciones de materiales, y para redefinir las bases de la inteligencia artificial. Su potencial no se mide sólo en velocidad, sino en posibilidad.

Sin embargo, la computación cuántica sólo alcanzará su verdadero potencial si abandona el paradigma de las cajas negras y abraza principios de transparencia, adaptabilidad y colaboración; en esencia, requiere un enfoque de código abierto. El conocimiento compartido se convierte así en el motor de la innovación, permitiendo que proyectos colaborativos se concentren en áreas críticas como el perfeccionamiento de los modelos de corrección de errores cuánticos, un desafío técnico esencial para hacer viable esta tecnología.

Esta apertura y colaboración en el desarrollo cuántico adquiere una urgencia particular cuando consideramos las implicaciones en ciberseguridad. Ya no se trata de protegerse contra amenazas conocidas, sino de anticiparse a lo que aún está por venir. La amenaza no es meramente hipotética: hoy, actores malintencionados pueden robar datos cifrados para descifrarlos más adelante, cuando la tecnología cuántica alcance la madurez necesaria para romper los sistemas criptográficos actuales. Por eso, la preparación no debe postergarse.

No se trata de reemplazar todo de un día para otro, sino de avanzar hacia una postura de crypto-agilidad. Con esquemas híbridos que combinan algoritmos clásicos y post-cuánticos, debemos asegurarnos de que, ante cualquier vulnerabilidad, el sistema siga protegido. Porque, así como Schrödinger y su gato abrieron el concepto de las infinitas posibilidades, si el futuro es cuántico, la confianza también debe serlo.