Es necesario profundizar en México, apoyar, informar e impulsar a las industrias creativas para llamar la atención hacia el enorme potencial de inversión que tienen. Atrás quedaron los tiempos en los que dedicarse al arte o la cultura era una para gente ociosa o sin ganas de trabajar.
Las industrias creativas son, probablemente, las que menos espacio ocupan en la agenda política de México. Sin embargo, en otros países como Inglaterra son las que más probabilidades de sobrevivencia tienen ante una debacle económica –como lo ocurrido en 2008 a nivel mundial–.
Definidas por la UNESCO como aquellas que producen, reproducen, promueven, difunden y comercialización bienes, servicios y actividades culturales, artísticas o patrimoniales (sumándose recientemente los rubros de animación y efectos especiales, y las industrias de medios interactivos), ha llegado el momento de prestarles atención.
Cuando la recesión de 2008, según el Deparment for Culture, Media and Sport del gobierno británico, las industrias creativas contribuyeron en aquel año con 7.3% a la economía británica, además de que empleó a dos millones de personas. 10 años después, las industrias creativas mexicanas se acercaron a dicho porcentaje, con casi 7% del PIB nacional, según la consultora Eudoxa.
Si hablamos de México como un país ubicado entre los 20 países con mayor exportación creativa a nivel mundial y con la predicción de un crecimiento económico de sólo 2.3% de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, tal vez la última cifra pudiera revertirse. Y es que si consideramos lo que The Competitive Intelligence Unit (CiU) afirma, de existir una política enfocada a su regulación e impulso, las industrias creativas podrían representar hasta 12% del PIB.
A pesar de la indiferencia, las industrias creativas en México siguen reportando importantes resultados económicos. En cuanto a derrama económica se refiere, de acuerdo con datos de Monterrey Interactive Media & Entertainment Cluster (MIMEC), tan sólo las industrias creativas de la capital del país generaron $125,000,000,000.00 (Ciento Veinticinco mil millones de pesos) en 2016 y más de 300,000 empleos directos.
Un dato más: los medios interactivos reportaron US$2,000,000,000 (Dos mil millones de USD) anuales a nivel Latinoamérica, según la Cámara Nacional de la Industria Electrónica, de Telecomunicaciones y Tecnologías de la Información (Canieti)–. Con cifras como estas el futuro de las industrias creativas en nuestro país es prometedor y es un sector en el que vale la pena enfocarse.
El bienestar social es otro factor que potencializa el alcance de las industrias creativas a nivel mundial. Como lo dijo Irina Bokova, ex Directora General de la UNESCO: “En momentos en que la comunidad internacional está diseñando una nueva agenda de desarrollo para después de 2015 es vital reconocer la importancia y el poder de los sectores cultural y creativo como motores de desarrollo”.
Ver a la cultura como un catalizador y un motor del desarrollo sostenible –capaz de generar nuevas ideas y tecnologías que lleven a las personas a responsabilizarse de su propio desarrollo y de estimular la innovación y la creatividad, como aseguró Helen Clarck cuando tuvo a cargo la administración del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)– es el reto.
Es necesario profundizar en México, apoyar, informar e impulsar a las industrias creativas para llamar la atención hacia el enorme potencial de inversión que tienen. Atrás quedaron los tiempos en los que dedicarse al arte o la cultura era una para gente ociosa o sin ganas de trabajar. Hoy sabemos que apostar por la creatividad es una cuestión también de negocios.